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Resultados de los partidos del domingo de la jornada 4

Iniciado por melli77, Sep 15, 2025, 12:32:58

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melli77

Celta – Girona (1-1)

El fútbol tiene estas cosas: cuando ya celebras la primera victoria de la temporada, aparece un error tonto y te lo tira todo por la borda. Eso le pasó al Girona en Balaídos. Ganaba 0-1 con un buen gol de Vanat y resistía gracias a Gazzaniga, hasta que Daley Blind cometió una torpeza de las que no cuadran con su veteranía. Penalti claro sobre Rueda en el tiempo añadido y Borja Iglesias, que había entrado desde el banquillo, no perdonó. Resultado: 1-1 y otra oportunidad perdida para los de Míchel. El Girona había hecho lo que pedía el guion: portero salvador y delantero resolutivo. La fórmula del '1' y del '9'. Gazzaniga lo paraba todo y Vanat, fichaje de 17 millones, marcaba diferencias con un remate cruzado que recordó al añorado Dovbyk. Con ese plan, parecía que por fin se estrenaban en Liga, pero el fútbol no entiende de planes. En el Celta, en cambio, queda la sensación de que el empate llega tarde, porque lo había merecido mucho antes. Jutglà fue un dolor de cabeza constante para el Girona hasta que fue sustituido, y entre sus intentos y las paradas de Gazzaniga se fue escribiendo una historia de ocasiones falladas. Los gallegos llevan ya cuatro puntos en cinco jornadas: transmiten más de lo que refleja la clasificación, pero esa falta de contundencia en las áreas les está costando victorias. El choque fue lo que se esperaba de un duelo entre Giráldez y Míchel: abierto, con fases de ida y vuelta, con los dos equipos queriendo dominar y tocar. Aspas pudo marcar nada más empezar, Vanat sí lo hizo y, tras eso, el Girona se sintió cómodo por un rato. Para el Celta, el gol de Borja Iglesias es oxígeno, porque confirma que el equipo compite hasta el final y que su regreso puede ser clave. Para el Girona, en cambio, la sensación es de déjà vu: mucho trabajo, fases de buen juego, pero sin victorias que lo respalden. Y eso, en Primera, acaba pasando factura. 

Levante – Betis (2-2)

El Ciutat de València vivió un partido de esos que no dejan respirar. El Levante salió como un tiro, con "hambre", como pedía Julián Calero en el vestuario, y en apenas diez minutos ya ganaba 2-0 gracias a Iván Romero y a Etta Eyong. El arranque pilló completamente dormido al Betis, que presentó una zaga inédita y se vio superado por un rival que jugaba como si llevara años en Primera. El gol inicial de Iván Romero llegó tras un despiste de Valentín Gómez en su debut como titular. El delantero, que había fallado un mano a mano justo antes, no perdonó a la segunda. Poco después, Pablo Martínez se impuso en un balón dividido, habilitó a Eyong y el camerunés batió a Valles para poner patas arriba el estadio. El Levante estaba desatado y Pellegrini, muy serio en la banda, no daba crédito. El Betis reaccionó tarde, pero reaccionó. Primero le anularon un gol a Altimira en una jugada polémica a la salida de un córner, con Junior empujando a Romero. Y cuando parecía que todo se le ponía cuesta arriba, apareció el Cucho Hernández con un zapatazo desde fuera del área para hacer el 2-1 justo antes del descanso. Ese gol cambió por completo la historia. En la segunda parte, el guion fue otro. Con Lo Celso en el campo y Antony creciendo a cada jugada, el Betis empezó a encerrar al Levante. Ryan, el portero granota, sostuvo a los suyos con paradas de mucho mérito: un remate de Valentín, un tiro de Antony y una falta de Lo Celso que se colaba en la escuadra. Pero el muro se rompió cuando Abde, recién regresado tras una larga lesión, puso un centro delicioso que Fornals cabeceó a la red. Era el 2-2 que hacía justicia a lo visto. El tramo final fue un correcalles. El Betis rozó la remontada con un disparo de Lo Celso que desvió Ryan, mientras Morales y Brugué amenazaban a la contra para el Levante. Al final, reparto de puntos: los granotas celebraron su primer punto del curso, evitando ser colistas en solitario, y los béticos se fueron con la sensación de que dejaron escapar un triunfo que, por ocasiones (casi 30 remates), parecía suyo. El empate deja lecturas diferentes: alivio en el Levante, que necesitaba sumar ya, y frustración en un Betis que mostró dos caras muy distintas, una dormida y otra desatada. 

Osasuna – Rayo Vallecano (2-0)

El Sadar volvió a ser un fortín. Osasuna se llevó un 2-0 trabajado frente a un Rayo que hizo mucho por empatar, pero que terminó pagando caro sus propios errores. Raúl García de Haro abrió el marcador muy pronto y, cuando los de Vallecas estaban más volcados en ataque, Iker Benito sentenció a la contra. El partido arrancó con malas noticias para el Rayo: Luiz Felipe volvió a caer lesionado, tercera vez en cuatro encuentros desde su llegada. Le sustituyó el joven Jozhua, que había brillado en Conference, pero que en Pamplona se topó con la dureza de Primera. En el gol inicial rojillo estuvo en la foto: centro de Boyomo, despeje fallido de Pathé Ciss, peinada de Ratiu hacia atrás... y Raúl García, libre de marca, cabeceando a la red. Una cadena de errores que acabó penalizando al debutante. A partir de ahí, el guion fue claro: balón para el Rayo, resistencia para Osasuna. El ritmo fue altísimo, con Jorge De Frutos como protagonista. Primero marcó, pero el VAR lo cazó en fuera de juego por milímetros. En la siguiente acción, con todo a favor, estrelló su disparo en la cruceta. El segoviano fue el más insistente de un Rayo que dominaba, pero al que le faltó acierto en los metros finales. El castigo llegó en el tramo final. Moncayola vio el desmarque de Iker Benito y le puso un pase perfecto a la espalda de la defensa adelantada. El extremo controló con calidad y definió con frialdad para sellar el 2-0 y el delirio de El Sadar. Sentencia a la contra, porque el plan de Osasuna se cumplió al pie de la letra: resistir y golpear cuando tocaba. La noche dejó también minutos especiales para el Rayo, con los estrenos en Primera de Alemao y Samu Becerra, aunque el marcador ya no se movió. En cambio, los rojillos se quedaron con las ganas de ver a Bequer. En definitiva, Osasuna sumó de tres con oficio, aprovechando su pegada y su orden. El Rayo, pese a la propuesta y las ocasiones, se fue de vacío. En El Sadar no basta con jugar bien: hay que ser contundente. 

Barcelona – Valencia (6-0)

Lo que parecía un partido con suspense al descanso acabó siendo una exhibición escandalosa del Barça en la segunda parte. Los de Hansi Flick pasaron por encima de un Valencia sin respuestas, que aguantó 45 minutos con solo un gol en contra, pero terminó arrollado con un 6-0 demoledor. El arranque fue más igualado de lo esperado, con un Barcelona dominador pero sin tanta pegada. Fermín, uno de los más activos en ataque, abrió la lata tras combinar con Ferran Torres. El '7' azulgrana había tenido antes una ocasión clarísima, pero Agirrezabala se estiró para evitar el 1-0. El Valencia, por su parte, apenas dio señales de vida en campo rival. La duda al descanso era si Carlos Corberán encontraría la manera de despertar a los suyos... pero lo que llegó fue una avalancha culé. La segunda parte fue un monólogo. En el 53, Raphinha aprovechó un error de comunicación entre Copete y Agirrezabala tras un centro de Rashford para poner el 2-0 lanzándose con todo. Apenas dos minutos después, Fermín repitió: condujo desde su propio campo y soltó un zurdazo desde fuera del área que se coló sin remedio. El Barça ya había puesto la directa. En el 66, Raphinha firmó su doblete con un gol de pura potencia, peleando un balón en el área ante Copete y Gayà y fusilando de nuevo al meta che. La goleada la redondeó Lewandowski: primero en el 76, cazando un pase de Dani Olmo y ajustando al palo con un derechazo imparable; y después en el 97, con una definición elegante para cerrar la noche con su doblete personal. El Valencia fue un espectador más en el Johan Cruyff. Ni rastro de reacción, ni opciones de engancharse al partido. El Barça, en cambio, mostró músculo ofensivo y repartió protagonismo: Fermín y Raphinha con dos cada uno, Lewandowski sumando otro doblete. Un set en blanco que deja clara la diferencia entre ambos equipos ahora mismo. Para los culés, tres puntos con sabor a exhibición. Para el Valencia, una derrota que duele, y mucho, porque no solo cayó en el marcador: también quedó en evidencia en intensidad, calidad y confianza. 

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